Tras el escándalo de Silverstone, se tuvo que reconocer por todos (Teams, Pirelli, FIA y FOM) que había un grave problema de seguridad y la FIA, por fin tomó cartas en el asunto, ya que los equipos habían sido incapaces de resolverlo porque Pirelli siempre insistía en otros motivos, sin reconocer riesgo alguno.
Así, resulta patético leer en la revista F1 Racing, salida a la calle estos días, una entrevista a Paul Hembery (Pirelli), hecha antes del GP de GB, en la que, a la pregunta de si sus neumáticos eran fiables, responde “Bueno, son fiables. Desde que entramos en la F1 no han tenido ningún fallo….”(sic) .
En la semana siguiente al desastre de Silverstone, Pirelli sacó un primer comunicado, que resultó un tanto desconcertante, pues parecía quitarse de en medio y dejar gran parte de la culpa de lo ocurrido al mal empleo de sus neumáticos por parte de los equipos. Al poco tiempo tuvo que rectificar en otro comunicado, clarificando, de modo más claro, que la responsabilidad era de la propia Pirelli por permitir/colaborar en esas prácticas y no haber definido claramente los márgenes o rangos de uso.